La modelo de la calle Orozco y Berra.


     Dimos vuelta a la izquierda, lo sentía necesario. La calle tenía un color ocre, desgastado, y de las ramas de los árboles brotaba la tristeza. Una chica sentada sobre la banqueta, reía y seducía a un hombre que mostraba una evidente y desesperada erección. Ellos dejaron sus juegos al vernos, nosotros apresuramos el paso. Al mirar hacia el horizonte descubrí el motivo que me había enviado a ese lugar. Si bien, tengo una mermada vista que a veces me engaña, esta ocasión me mostró una escena que quizá, había estado buscando. La miré sentada elegantemente sobre un sillón, aspirando desde una estopa las ilusiones robadas, que en intervalos desconocidos recargaba sobre su corazón. Me paré frente ella, le pregunté su nombre, platicamos un poco y aspiré esta fotografía

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